miércoles, 1 de abril de 2009

Muéganos

La piel de mis extremidades inferiores (que recubre demasiados músculos, demasidada materia... nunca me han gustado mis piernas) tenía ése color cera producto de más de un invierno escondida del sol. La visión de ellas en proceso de tueste, mientras yo leía mi libro con los audífonos puestos, fue tan tentadora, que ésta mañana me encontré apretujada en el pequeño Atos amarillo de Mau camino a un balneario populachón de los alrededores. No reparé en que no me gusta usar traje de baño, que la estación es mortal para mis alergias y que estaba por perderme en algún punto del estado con otros 17 "compañeros" de clase. Lo lograron, no sé como pero lo lograron. Me contagiaron con su entusiasno, con su camaradería... con su gusto sencillo y feliz por un día que estuvo espectacular. Con ése sol blanco de luz intensa, en medio de un gran charco azul sin interrupciones. 

La realidad es que no pasé toda la mañana leyendo como un champiñón abandonado, me uní a sus risas, a sus juegos. Me aventé de toboganes asesinos que dejaron marcas en mis talones y mis codos, participé del atiborramiento colectivo con carne tártara (así que si muero inesperadamente de cisticercos... Pau preparó!!!) nadé hasta que los brazos me dolieron, se me tostaron las piernas...y fui feliz.

En el sentido literal, simple y llano, por sentirme parte, por escuchar, por llamarlos con confianza hasta con cariño. Por no tener que ser la amiga de alguien, o la novia de alguien para tener derecho de estar ahí. Porque puedo ser yo, y ser feliz. 

No hay comentarios: